Desde el año 2005, cada 18 de mayo se conmemora en el país el Día contra la Explotación Sexual Comercial Infantil. Esta fecha debiese ser un momento para reflexionar sobre el rol que como sociedad estamos cumpliendo para contribuir efectivamente al bienestar de nuestros niños, niñas, promoviendo y garantizando el ejercicio pleno de sus derechos.
La explotación sexual comercial infantil es considerada una forma moderna de esclavitud, que provoca graves daños físicos y sicológicos en las víctimas. Hasta hace poco tiempo, este fenómeno era conocido como prostitución infantil, asociando su práctica a una cierta responsabilidad de los niños y niñas involucrados.
A partir de la década del 90, sin embargo, y en el contexto de la ratificación por parte de nuestro país de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño y del Convenio 182 de la OIT, sobre las Peores Formas de Trabajo Infantil, se produce un vuelco significativo en su abordaje, tanto a nivel de políticas públicas como de legislación.
Hoy podemos constatar sustantivos avances en la materia, producto de la ejecución de programas que han favorecido el conocimiento de esta forma de explotación y la especialización en la atención de niños y niñas víctimas. Así, durante 2008, el Servicio Nacional de Menores brindó atención integral a 1.216 niños, niñas y adolescentes, a través de sus 14 proyectos que existen en el país.
Las cientos de víctimas de estas prácticas, muchas veces atrapadas por redes de explotación sexual o de pornografía infantil, no merecen un trato indiferente, que al final se constituye en una doble agresión. La mejor forma de cortar esta grave vulneración es el aviso oportuno y comprometido.
Tenemos la convicción de que el gran desafío hacia el futuro no es sólo conocer las formas que adopta el problema, optimizar la atención a las víctimas o el endurecimiento de las penas; sino, sobre todo, tener una ciudadanía atenta y activa para desterrar esta práctica de nuestro país. Esa sería la mejor defensa para estos niños y niñas que tienen el derecho a recuperar su condición de tales.
Eugenio San Martín, Director Nacional del Sename
La explotación sexual comercial infantil es considerada una forma moderna de esclavitud, que provoca graves daños físicos y sicológicos en las víctimas. Hasta hace poco tiempo, este fenómeno era conocido como prostitución infantil, asociando su práctica a una cierta responsabilidad de los niños y niñas involucrados.
A partir de la década del 90, sin embargo, y en el contexto de la ratificación por parte de nuestro país de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño y del Convenio 182 de la OIT, sobre las Peores Formas de Trabajo Infantil, se produce un vuelco significativo en su abordaje, tanto a nivel de políticas públicas como de legislación.
Hoy podemos constatar sustantivos avances en la materia, producto de la ejecución de programas que han favorecido el conocimiento de esta forma de explotación y la especialización en la atención de niños y niñas víctimas. Así, durante 2008, el Servicio Nacional de Menores brindó atención integral a 1.216 niños, niñas y adolescentes, a través de sus 14 proyectos que existen en el país.
Las cientos de víctimas de estas prácticas, muchas veces atrapadas por redes de explotación sexual o de pornografía infantil, no merecen un trato indiferente, que al final se constituye en una doble agresión. La mejor forma de cortar esta grave vulneración es el aviso oportuno y comprometido.
Tenemos la convicción de que el gran desafío hacia el futuro no es sólo conocer las formas que adopta el problema, optimizar la atención a las víctimas o el endurecimiento de las penas; sino, sobre todo, tener una ciudadanía atenta y activa para desterrar esta práctica de nuestro país. Esa sería la mejor defensa para estos niños y niñas que tienen el derecho a recuperar su condición de tales.
Eugenio San Martín, Director Nacional del Sename
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